jueves, 10 de septiembre de 2009

Soneto


Derroche del espíritu en vergüenza

La lujuria es en acto, y hasta el acto

Perjura, sanguinaria, traidora,

Salvaje, extrema, cruel y ruda:

Despreciada no bien se la disfruta,

Sin mesura anhelada, y ya alcanzada,

Olvidada sin mesura, cual un cebo

Que desquicia al incauto que lo traga.

Desquicio los suspiros, los abrazos,

los gemidos del antes y el durante,

Júbilo al gozar, después penuria,

Promesa de alegría, luego un sueño.

Lo saben todos, pero nadie sabe

Cerrar el cielo que lleva hasta ese infierno.

Soneto 147

Mi amor es como fiebre que delira

Por el mal que agudiza el sufrimiento,

Nutriéndose de cuanto el mal preserva

Para aplacar deseos enfermizos.

Mi razón, que en el trance de atendía,

Al ver su prescripción no respetada,

Se marchó con enfado, y desespero

Porque el deseo es muerte sin remedio.

Soy enfermo sin cura ni cordura,

Y, presa de morbosas civilizaciones,

Desvarío en palabra y pensamiento;

En vano la verdad me habla al oído,

pues juré que eras blanca y radiante,

Y negro infierno eres, noche oscura.

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